El desarrollo de nuevos materiales que exhibieran una combinación de propiedades no observadas en los productos naturales era exigido a la luz de las nuevas invenciones de la industria de artículos eléctricos, de la telefonía, la automotriz, la conquista del aire y del espacio.
Pero la inauguración de una nueva época en la producción de materiales sintéticos correspondió al químico belga-estadounidense L.H. Baekeland (1863–1944), al obtener en 1907 resinas termoestables por la condensación del fenol y el formaldehído, las baquelitas.
Al filo de la década del treinta ya se disponía de la materia prima suministrada por la industria del petróleo, y del bagaje teórico suficiente para que el químico J.A. Nieuwland (1878–1936) investigara con éxito la producción del caucho sintético, al que denominó neopreno.
En 1928, la compañía Dupont tomó una decisión poco común por entonces y abrió un laboratorio para investigaciones fundamentales que sería dirigido por el químico estadounidense William Carothers (1896–1937).
Un nuevo período en el campo de las síntesis de polímeros se abre con las investigaciones realizadas paralelamente por el químico alemán K. Ziegler (1898-1973) y el italiano G. Natta (1903-1979)
Robert Langer (1949-), un ingeniero químico del Instituto Tecnológico de Massachussets, diseñó láminas de polímeros en forma de disco que fueron implantadas en 1992 por el neurocirujano Henry Brem (1952-), de la institución médica Johns Hopkins, para tratar el cáncer tras realizar intervenciones quirúrgicas en el cerebro.
A partir de la producción de la primera sustancia sintética plástica (la baquelita, material que presenta gran resistencia mecánica, aislamiento eléctrico y resistencia a elevadas temperaturas), en menos de 100 años el consumo y las diversas industrias culturales ya habían sido fuertemente impactadas por la llamada “era del plástico”, en variados ámbitos, desde el doméstico al industrial y comercial. Ahora sabemos que el plástico no fue producto de la inventiva de un ser extraordinario, sino más bien el producto de la interacción entre
grupos relevantes, intereses en pugna y la convergencia de marcos tecnológicos; todos estos elementos aportaron finalidades, ideas y herramientas necesarias para la acción. Si la innovación proviene de la práctica simultánea de más de un marco tecnológico la baquelita se inventa gracias a la electroquímica y a los negocios, la construcción de un materialtan complejo como el plástico adquiere sentido a través de los factores sociales, culturales y económicosde sus contextos más amplios.
La quimica del medioambiente
En la década de los setenta, científicos de la Universidad de California determinaron que los clorofluorcarbonos empleados en todo tipo de spray y como refrigerantes tienen potencial para destruir la capa de ozono.La importancia concedida a estos problemas por la comunidad científica se expresa en el premio Nobel concedido de forma compartida a Sherwood, Molina y al químico holandés Paul Crutzen (1933-) en 1995.
Ya hacia los setenta el perfeccionamiento de los equipos alcanzaba una sensibilidad que permitía trabajar con masas de muestras del orden de una millonésima de gramo de contaminación ambiental.
Con la Primera Guerra Mundial se levantaron obstáculos para el progreso de los estudios fundamentales recién iniciados.
En 1951, bajo la supervisión de la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos se iniciaron las pruebas del funcionamiento de un reactor nuclear experimental instalado en una central eléctrica construida por los Laboratorios Nacionales Argonne, en Idaho.
En la biosfera existen tres ámbitos bien diferenciados que no sólo coexisten, sino que se encuentran perfectamente interrelacionados en un perfecto (y a veces delicado) equilibrio: tierra, agua y aire. En cada uno de ellos existen procesos químicos específicos, que ocurren aisladamente en ellos y que no tienen su contrapartida, ni tampoco un efecto apreciable, en el resto de ámbitos, pero otros son fuertemente interdependientes y se ven muy afectados por las condiciones reinantes en cada uno de ellos. Del conocimiento de esos procesos surge una mejor comprensión del estrecho enlace que se establece entre todas las partes, conformando en realidad un todo relacionado que no puede ser dividido sin perder parte de una valiosa información que nos permite un mayor acercamiento a la realidad química de la Tierra. En realidad, si vamos un poco más allá, el mayor problema es la contaminación originada por la actividad humana, que rompe muchos de estos equilibrios transformándolos continuamente en un todo relacionado distinto.